Siguen yendo a la mar estas menguadas
naves, que no son más que cascarones
que se enfrentan en tantas ocasiones
al peligro de fieras marejadas.
Se ven sus dotaciones afanadas,
trajinando maromas y rezones,
suspirando entre dudas e ilusiones
por unas aguas calmas y atestadas.
Me viene a la cabeza, cuando veo
a estos hombres en álgido ajetreo,
el cuadro del Sorolla más preclaro;
el que expone un maltrecho marinero
herido por el ponto traicionero:
y luego dicen que el pescado es caro.
...y aún dicen que el soneto es caro, con lo que te está costando ponerte al día.
ResponderEliminarLo bueno siempre cuesta...Es dura la vida del pescador pero la del minero es peor...
ResponderEliminarSaludos
Cuando el trabajo nos agobia, siempre pienso que hay gente que se juega la vida cada día, y ellos son ejemplo claro.
ResponderEliminarDiana absoluta otra vez con tu soneto.
Saludos
Precioso soneto y merecido que lo tienen esos sufridos trabajadores del mar, los que hemos tenido y tenemos familia en esa profesión, bien lo sabemos.
ResponderEliminarUn abrazo.