¡Pero cuánto resiste un dictador!
Tantos años dorando su bajura
le engañan de su propia catadura:
la del vil y sangriento embaucador.
Que no quiere bajarse el represor
del pedestal de sádica impostura
donde asentó su hiel y su amargura:
y como siempre encuentra un defensor...
Es la ley de los siglos que pasaron
y de aquellos que quedan por pasar:
mataron, despojaron, saquëaron,
violaron lo que hubiera que violar;
pero al cabo por siempre se encontraron
con un pueblo que quiere respirar.
¡Pero cuánto resiste un dictador!
Tantos años dorando su bajura
le engañan de su propia catadura:
la del vil y sangriento embaucador.
Que no quiere bajarse el represor
del pedestal de sádica impostura
donde asentó su hiel y su amargura:
y como siempre encuentra un defensor...
Es la ley de los siglos que pasaron
y de aquellos que quedan por pasar:
mataron, despojaron, saquëaron,
violaron lo que hubiera que violar;
pero al cabo por siempre se encontraron
con un pueblo que quiere respirar.
Un dictador siempre resiste todo lo que puede, no le importa nada mas que el y solo el y su ego. Todo lo demás no tiene importancia, todo vale para mantenerse en el poder y solo tiene derechos el y los suyos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los dictadores siempre coinciden un una cosa ESTAN EN SU FINCA, y no la dejarán por nada.
ResponderEliminarPero lo que me hace sentir vergüenza es que el ahora dictador terrible, casi que con cuernos y rabo, antes fue un "amigo" que hacía visitas, regalos y era bien recibido en cualquier parte. Eso también pasó con otros.
¿Y qué hay del petróleo?, porque en otros países también hay dictadores, y muy sangrientos y no importan a nadie.
No quiero ni pensar, sólo admiro tu soneto, que como siempre, me parece genial, aunque ese tío no se lo merezca.
Un abrazo