Setenta sonetos (Soneto 70)

Siete por diez setenta, buena cuenta,

setenta los sonetos, son completos,

porque no son bocetos, van repletos,

son diez más que sesenta, buena renta.

Setenta son, atención, mente atenta,

cuartetos y tercetos son discretos,

metidos en aprietos, siempre escuetos,

y de mi mente son, calenturienta.

Son sonetos políticos, jocosos,

disconformes, retóricos, chistosos,

afectivos, poéticos, sensibles,

futboleros, folclóricos, locales,

íntimos, subjetivos, actuales,

sencillos, muy normales, … prescindibles.

Al menos son accesibles:

nos haremos el próximo recuento

al llegar a los cien: estate atento.

Gripes mortíferas (Soneto 69)

¿Alguien se acuerda de la gripe A?

¿Y de la gripe aviar? ¿Qué fue de ellas?

¡Iban a producir tan grandes mellas

en la población! ¿Qué misterio habrá?

La respuesta cualquiera te la da:

a poco que sigamos tras las huellas,

laboratorios grandes como estrellas

aparecen por acá y por acullá.

Vacunas adquiridas por gobiernos

- que son de estas empresas subalternos -

en grandes cantidades, a mansalva,

han supuesto un bajón para el tesoro

bajo un lema concreto y bien sonoro:

¡cuidado, porque aquí nadie se salva!

Otra vez mi limonero (Soneto 68)

Los frutos de mi flaco limonero

ya saben del calor, la luz y el aire

que del brezo reciben al socaire,

de la tierra y del mimo jardinero.

Alguno luce el cuerpo con donaire,

ya más crecido, oblongo y verdadero,

con un verdor de traje de torero,

con un color que no sufre desaire.

Por ahora vigilo el crecimiento

del proyecto de cítrico aromoso

por lo nuevo y curioso del evento,

pero ando un poquillo receloso

por si vence, al cortarlo, el sentimiento,

y lo dejo en su rama tan gozoso.

(Ver soneto 41)

Japón 3 Dinamarca 1 (Soneto 67)

Le saca la bolita Kawashima,

Hasebe la domina con aplomo,

a Yasuhito Endo, que la mima,

la toca flojo Yuto Nagatomo.

Komano pala Honda, muy encima,

la coge Nakatawa, qué malomo,

Japón jugal futból mejol que China,

Y ahola Okasaki, con el lomo.

Okubo la combina con Tanaka,

veloz como gacela y como moto,

daneses no ven bola, jugal lentos,

nipones jugal fútbol tiki-taka,

lo mismo Nagatomo que Inamoto,

así malcal tles goles, il contentos.

Políticos (Soneto 66)

Por edad, por familia, por ambiente,

no luché contra aquella dictadura;

pero al ser, con los años, más consciente

admiré la entereza y la bravura

de aquella combativa y justa gente

que sufrió muerte, cárcel o tortura,

por echar al tirano impenitente

y empezar una próvida andadura.

Pero hoy la política me trenza

con gentes luchadoras en su día,

y que siguen fardando de lo mismo,

cuando están practicando, sin vergüenza,

el arte de mentir con bizarría,

y de abusar del cargo con cinismo.

Vamos hacia el abismo,

mientras piensen con gozo y regocijo

que están administrando su cortijo.

La margarita (Soneto 65)

Te imputan ser la flor del indeciso,

de aquel que quiere que su amor le quiera,

pretendiendo respuesta muy certera

para estar, por si acaso, sobre aviso.

Pues contigo averiguan de improviso

si el ser amado es una quimera,

o está presto a entregar su vida entera

o bien hará, sereno, caso omiso.

Por eso por el tallo te sostienen

y te arrancan tus pétalos albinos

alternando preguntas anhelantes.

Al menos los amantes se entretienen,

pese a que no dependen sus destinos

del azar de tus pétalos radiantes.

Embobados errantes:

si otro corazón por ti se excita,

no te lo va a decir la margarita.

Le puede ocurrir a cualquiera (Soneto 64)

Vaya tela, compadre, qué contento

te veo, ¿te tocó la lotería

o el cupón, o se debe tu alegría

a las notas que saca ese portento

de tu hijo, pedazo de talento,

el que estaba estudiando ingeniería

de caminos, que en Málaga vivía,

o en Madrid?...No te veo muy atento...

Además que te encuentro un tanto raro,

esa cara jamás te había yo visto,

tan perplejo, acaso sorprendido...

Me parece que ya lo tengo claro:

tú no eres mi amigo el Evaristo;

...pues lo siento, señor, me he confundido.

Golazo de Villa (Soneto 63)

Es muy fácil rimar con maravilla,

un vocablo que indica lo excelente,

una cosa exquisita y no frecuente,

algo así como el gol que marcó Villa.

Honduras parecía una pandilla

de amigos, pero bien nos hizo frente,

y así casi llegó al minuto veinte,

guardando el marcador de carrerilla.

Entonces golpeó Piqué divino

a donde estaba el Guaje desmarcado;

éste regateó con mucho tino,

al que era de su marca el encargado

y a dos más, y con un disparo fino

lo puso por la escuadra colocado.

Letizia de Asturias (Soneto 62)

La princesa Letizia es de mi agrado,

en contra de esos muchos peñafieles,

que pululan en todos los niveles,

y que jamás le otorgan su aprobado.

Son los mismos que en un tiempo pasado

corrieron campo abierto, cual lebreles,

detrás de aquella Eva sin papeles

que había a don Felipe encandilado.

Ellos quieren mejor una princesa

que tenga sangre azul acreditada,

no importa si británica o danesa.

Yo prefiero española preparada

- no ha de ser ni condesa ni marquesa-

y mejor del borbón enamorada. 

(Ver soneto 21)

África (soneto 61)

El sí bwuana aprendido en nuestra infancia

en filmes de misiones y guerreros,

y en otros de tarzanes pintureros,

y el Domund con su santa postulancia,

forjaron compasión en la distancia

por esos que exportaban los negreros,

carecían del Dios más verdadero

y morían de hambre y de ignorancia.

Hoy el fútbol nos muestra sus semblantes,

sus ojos que no vieron la bonanza,

sus labios que izan himnos anhelantes.

Ojalá el evento sea la lanza

que los lleve al progreso cuanto antes:

que no abandonen nunca la esperanza.

El diccionario (Soneto 60)

Explorando al azar el diccionario

tropiezo con palabras nunca vistas;

con eso voy haciendo mis conquistas

para mi desigual vocabulario.

Ahora lo consulto casi a diario

con el fin de encontrar certeras pistas

que me den las palabras más estrictas

para lucir mejor mi poemario.

Qué tesoro conserva entre sus pastas

este libro tan poco sondeado,

adorno en la plantada estantería.

Deberíamos ser más entusiastas,

y tenerlo dispuesto siempre al lado,

para hablar y escribir con maestría.

(Ver soneto 119)

Zapatero (Soneto 59)

Yo no sé qué dirá de ti la historia,

José Luís Rodríguez Zapatero.

Serás para los tuyos el primero;

para tus detractores pura escoria.

Mas lo cierto, tu cualidad notoria,

es la falta que tienes de salero,

la sosera que va en tu cuerpo entero,

el careto de buho sin memoria.

Esas mangas tan largas de tu traje,

que en busca de tu percha se estremece,

encubren unas manos desmañadas,

premiosas como todo tu pelaje;

y esa ceja que al cielo se le ofrece

remata tus maneras deslustradas.

Para ahorrar en soldadas:

asesores de imagen despedidos,

pues por más que lo intenten van perdidos .

En la consulta de digestivo (Soneto 58)

 Estoy en el servicio de salud

por mor del aparato digestivo,

que me da últimamente algún motivo,

aunque no de excesiva magnitud.

Me recibe con mucha prontitud

la doctora, que no tiene atractivo,

aunque yo lo que quiero es lenitivo

para mi ya cabal decrepitud.

Me ha mandado que tome una pastilla,

delante del almuerzo y de la cena,

para hacer más feliz la digestión.

Y el tratamiento tiene una apostilla

que para mí es igual que una condena:

endoscopia se llama la cuestión.

Suiza 1 España 0 (Soneto 57)

Me repele ese mal comentarista

deportivo, que ya el partido gana

antes de que se juegue, y que se afana

en ser el más inflado chovinista.

No ven que en el equipo antagonista

hombres son los que van, ninguno rana,

y que si el caminito se le allana

al gallito lo dejan de colista.

Cálculos para estar en la final

llevan meses haciendo, los cretinos,

dando el primer partido por ganado.

Pero Suiza nos dio un golpe brutal,

recordando a los bobos adivinos

que no llegó la leche ni al mercado.

Para algún despistado:

este es el cuento aquel de la lechera

en que el tarro quebróse a la primera.

Don Fernando Lázaro Carreter y la Roja (Soneto 56)

Hubiera disfrutado don Fernando

con esta Selección tan bien plantada;

y hubiera igual sufrido, soportando,

los fallos de la prensa mal hablada.

Él lanzaba sus dardos, siempre y cuando,

la Lengua fuera herida y descarnada,

y siempre terminábase crispando

con alguien que soltara una burrada.

Es fácil que en bastantes ocasiones

incurran los facundos locutores

en faltas, al igual que los plumillas;

pues tratan la Gramática a empujones,

y piensan que en la Lengua son doctores

con sólo repetir las muletillas.

Mi pueblo (Soneto 55)

Sentado, tras la cena, en mi ventana

contemplo, con la altura del azor,

un pueblo que se piensa encantador

pero que tiene incierto su mañana.

Se quedó sin humor para jarana;

la noche ya lo envuelve en su sopor;

no se escucha ni un pobre cantaor

que lo duerma con una triste nana.

Volverá la luz nueva, con su abrigo;

revelará su porvenir enjuto,

enseñará a sus hombres desmayados.

¿Por qué, pueblo, te muestras tan altivo,

si sabes que tu tierra no da fruto

para ver a tus hijos amparados?

Escatológico (Soneto 54)

La cagada es un acto rutinario,

igual que otras acciones de la vida,

que todos realizamos sin medida,

pero como si fuera algo ordinario.

Por eso considero muy falsario

renegar como cosa aborrecida,

a veces de manera enardecida,

de una obra que hacemos a diario.

Las mujeres que dicen que no cagan

por tener unas carnes muy gloriosas,

un milagro será que no se hagan,

a base de embestidas poderosas,

cada día que los dioses nos sufragan,

un par de churretadas asquerosas.

Eclecticismo torero (Soneto 53)

Gran fiesta que emociona y embelesa,

cumbre del arte y del valor probado,

por la que el toro bravo es preservado

y vive como un rey en su dehesa.

Pública ejecución con sangre expresa

que brota de su cuerpo acuchillado,

que su boca al morir ha vomitado,

que le han hecho con impiedad aviesa.

Una cosa y la otra son verdades

que proclaman muy dignos partidarios

de conservar o de abolir la fiesta.

Yo también me divido en dos mitades:

no quiero ritos tan patibularios

pero me gusta la torera gesta.

Conque hago una apuesta

por una lidia un poco menos cruenta

y que toda la gente esté contenta.

España en el Mundial de 1966 (Soneto 52)

Mis primeros recuerdos de un mundial
son de Londres, diez años yo tenía;
Argentina dos-uno nos vencía,
y lo mismo Alemania Federal.

Tirada por el suelo la moral,
un defensa, Sanchís, con valentía,
contra Suiza un gran gol conseguiría
que llenó de emoción al personal.

Aquel era un equipo con talento:
Iríbar, Pirri, Zoco, Armando Ufarte,
Peiró, Gallego, Eladio, Paco Gento,

Fusté y Amaro Amancio, mucho arte,
el citado Sanchís, gran elemento,
Suárez y del Sol, punto y aparte.

España va al Mundial de Sudáfrica (Soneto 51)

En la difícil tierra de Mandela,

durante las tres próximas semanas,

figuras que proclaman muchas ganas

irán en pos de lo que España anhela.

Luchando por la gloria y por la pela,

evitando las trampas coreanas,

superando defensas sicilianas,

dejarán para siempre nuestra estela.

Pues por nuestra tomamos la victoria,

que pondremos con letras de oro fino

en los libros que narran nuestra historia.

Pero si la derrota es el destino,

grabará sempiterna la memoria

el sueño que quedó por el camino.

(Ver soneto 52)

Negrura (Soneto 50)

Tú me das un pañuelo, o un collar

de abalorios, tu boca de negrura

y de sonrisa mercantil, apura

la luz en verde, ámbar, verde mar

oscuro, piel oscura, tu mirar

de selva oscura, vida y muerte oscura,

¿quién no puso color a tu amargura?

Un coche y otro coche sin parar,

y sin mirarte el hombre blanco bueno

que conduce su vida buena blanca

por mares también negros, yo te miro

y creo que con monedas mi alma lleno

de paz, que tengo un alma blanca y franca,

sigo, giro, suspiro, me retiro.

Un mundo mejor (para mí) (Soneto 49)

Aunque no admito ya resurrecciones,
sigo confiando en la palabra justa,
la que me da esperanza y no me asusta,
la que de paz y amor me da lecciones.

Quiero pensar que en muchas ocasiones
personas hay con la moral robusta,
a las que el doble juego no les gusta,
preclaras por sus rectas intenciones.

Porque si no, querré que se detenga
un mundo que al poder y al vil dinero
le dedica obstinada pleitesía,

para poder bajar cuando convenga,
y buscarme un lejano apartadero
donde no sea valor la felonía.

El Corpus y los militares (y los ediles) (Soneto 48)

¿Querrá en verdad el Santo Sacramento
que le rindan honores militares?
Así lo piensan curas y seglares,
pero yo no le veo el basamento.

A Dios lo que es de Dios, sin aspaviento,
y al César por pagar te deslomares:
es lo mismo que el santo en los altares,
y las armas en donde el regimiento.

¿Estamos en el siglo veintiuno,
o el medievo nos sigue domeñando
con su plan de milagros y salmodia?

Por desgracia el pensar está montuno,
así que seguiremos presentando
las armas al Señor en su custodia.

Añado una antipodia:
Si le sobran cornetas y atabales,
igual huelgan alcalde y concejales.

Rafa Nadal campeón en Roland Garros (Soneto 47)

 

No precisas tumbarte en un diván

para ser reflexivo y consecuente,

pues dominas la fuerza de la mente

y te empuja el aliento de tu clan.

Lo que se une a tu brío de titán,

a tu temperamento y genio ardiente,

a tu firmeza y voluntad ingente

y a tu porte de pillo y de galán.

Has vuelto a demostrarle al agorero

que no era una quimera delirante

recobrar en el ranking el primero.

Has jugado un partido apabullante,

al nórdico has vencido con esmero

y al francés has tratado con talante.

Les sirvió de calmante,

a esta gente que poco a ti te quiere,

que hablaras en la lengua de Moliere.

Jocandi causa (Soneto 46)

Un golondro me ocupa la molondra:

embaular un platel de gurumelos

y embuciarme un guisado de frisuelos

gozante de la coda de una alondra.

Lo primevo un tanto me atolondra,

pues la jaras zaboyan macarelos

que blanden tajadores escarpelos,

y abarrajan tu niquitosa ondra.

Conrearé los frisuelos solamente,

maguer rece de mandria o cagandando;

mas un vástago de una peliforra

no va a dejar mi salvajina algente.

Soy un quídam jocundo y zarabando

y prefiero librar la calamorra.

El cinco por ciento de Zapatero (Soneto 45)

                                                                                                                     

El dinero que quita Zapatero

al currante de la Administración

es mirado con gran preocupación

desde el interventor hasta el portero.

De momento se encuentra en el alero

el problema de la distribución

de una parte de la retribución

que el decreto no zanja por entero.

Están unos que quieren que la resta

se distribuya en plan proporcional.

Sin embargo hay otros cuya apuesta

se inclina hacia el reparto desigual,

queriendo que la renta más modesta

no sufra una bajada sustancial.

Lo habrá más radical:

quien pretenda, voraz y suficiente,

que quiten solo al resto de la gente.

Adolescencia (Soneto 44)

Edad en que son fuertes los dolores

del alma, que no entiende muchas cosas

del mundo y de la vida, tan dañosas

para una mente virgen, con temores

cervales, y a la vez con sed de amores

nuevos, junto a maneras desdeñosas

hacia lo viejo, sus leyes rigurosas

que no entienden de quejas y clamores.

Las lágrimas que en esta edad oscura,

atribulada, surcan las mejillas

juveniles, anuncio son de vida

adulta, de una vida ya madura

quizás, de pesadumbres y rencillas

acaso, o tal vez esclarecida.

 

La borrachera (Soneto 43)

-¡Hola, amigo! ¿Tomamos un finito?

-Sólo uno, que tengo mucha prisa.

-Dile que tienes curro a tu Felisa.

-¡Hecho! El próximo que esté fresquito.

-¿Nos pasamos ahora por Juanito?

-Por Juanita será mejor. ¡Qué risa!

-Joder, ya me he manchado la camisa.

-No se te nota. ¡Ponga otro pinchito!

-¿Un cubata en el pub del otro día?

-Como quieras, ya igual me da la hora.

-¡Eres grande, colega, qué alegría!

-¿Tomamos la penúltima en Pandora?

-De acuerdo, porque ya este no me fía.

-Bah, no importa, que a mí me toca ahora.

-Viene enfermo, señora.

-¿Enfermo? ¡De este plan estoy muy harta!

-Algo le sentó mal: quizá la tarta.

Reunión de responsables (Soneto 42)

En una reunión con responsables

de recursos humanos hoy se halla

el autor de estos versos mejorables,

que en vista de los hechos casi estalla.

Criterios que no son nada aceptables

la de la consultora nos detalla

con unos argumentos deleznables

que repite como una papagaya.

Al final resultamos empatados,

pues nos dejan un plazo de consulta

del producto que en varios tomos viene.

Aunque ya con los datos vislumbrados

nos parece postura muy estulta

la que esta repelente dama tiene.

Y cuánto se entretiene

uno deliberando cosas claras

por culpa de personas tan ignaras.

Mi limonero (Soneto 41)

Mi limonero escuálido y sufrido

ya tiene entre sus ramas una esfera

que es signo de que estamos a la espera

del fruto deseado y presentido.

Después de ver el árbol florecido

al poco de brotar la primavera,

nos llega esta sorpresa advenidera

con ácido sabor esclarecido.

Son tres años de espera vigilada

colmada de cuidados maternales

hasta avistar la rama ya preñada.

Después de los floridos esponsales

nos va a llegar la fruta acariciada

por fin con los calores estivales.

(Ver soneto 20)