Sentado, tras la cena, en mi ventana
contemplo, con la altura del azor,
un pueblo que se piensa encantador
pero que tiene incierto su mañana.
Se quedó sin humor para jarana;
la noche ya lo envuelve en su sopor;
no se escucha ni un pobre cantaor
que lo duerma con una triste nana.
Volverá la luz nueva, con su abrigo;
revelará su porvenir enjuto,
enseñará a sus hombres desmayados.
¿Por qué, pueblo, te muestras tan altivo,
si sabes que tu tierra no da fruto
para ver a tus hijos amparados?
No hay comentarios:
Publicar un comentario