Aunque no admito ya resurrecciones,
sigo confiando en la palabra justa,
la que me da esperanza y no me asusta,
la que de paz y amor me da lecciones.
Quiero pensar que en muchas ocasiones
personas hay con la moral robusta,
a las que el doble juego no les gusta,
preclaras por sus rectas intenciones.
Porque si no, querré que se detenga
un mundo que al poder y al vil dinero
le dedica obstinada pleitesía,
para poder bajar cuando convenga,
y buscarme un lejano apartadero
donde no sea valor la felonía.
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