Edad en que son fuertes los dolores
del alma, que no entiende muchas cosas
del mundo y de la vida, tan dañosas
para una mente virgen, con temores
cervales, y a la vez con sed de amores
nuevos, junto a maneras desdeñosas
hacia lo viejo, sus leyes rigurosas
que no entienden de quejas y clamores.
Las lágrimas que en esta edad oscura,
atribulada, surcan las mejillas
juveniles, anuncio son de vida
adulta, de una vida ya madura
quizás, de pesadumbres y rencillas
acaso, o tal vez esclarecida.
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