jueves, 28 de julio de 2011

Elogio de La Cruz Blanca (Soneto 464)


Ensaladas de verde fantasía,
entrantes de fantástica factura,
cerveza fresca de espumada albura,
pescado sin igual de la Bahía.

Vinos tintos con tragos de ambrosía,
vinos finos de pródiga ventura,
tapas y tostas de exquisita hondura,
postres helados de cabal valía.

En el cogollo de mi pueblo añoso,
bajo un techado añil de jacarandas,
se cobija un figón con fundamento.

Y hasta el aire resulta apetitoso
al tiempo de apuntarse las comandas
en este templo del feliz sustento.

2 comentarios:

  1. Cómo me gusta. Lo describes de una manera, que entra hambre sólo con leerte.
    Mmmmmm, delicioso.
    Ha sitios, así cerquita, que de verdad que nos alegran la vida un poquito, o al menos el estómago, y luego la dieta... pues a fastidiar, que para eso está.

    Un abrazo

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  2. Magnifico soneto, según lo iba leyendo se me hacia agua el paladar, imaginándome que estaba degustando lo que tan bien describes.
    Un brazo.

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