Faber-Castell se encuentra en el plumier,
junto a Pilot, la goma de borrar,
el bolígrafo Bic, Liquid Paper,
y una cosa que nunca ha de faltar,
que es el útil y exacto sacapuntas,
amigo del vivaz rotulador
y del lápiz que luce sus dos puntas:
versátil y cabal subrayador.
Este estuche, ordenado y conyugal,
la clásica libreta Moleskine,
y una luz ponderada y cenital
permiten que el soneto se termine.
Aunque también manejo con fervor
el eficaz y culto ordenador.
¡Qué original!.Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarVeo que hoy has dedicado el soneto a los instrumentos usados para este fin, también veo como tu dices que manejas con igual destrezas el culto ordenador, que bien esta a la vista.
ResponderEliminarUn abrazo.
Te lo cambio. Seguro que encontramos casi lo mismo. Y puestos a cambiar me gusta el bote de los botones, aunque yo los guardo en una caja de Nivea, herencia de mi madre.
ResponderEliminarTe leía y repasaba el mío. Pintado de azul y con flores.
Me ha encantado. Muy bien descrito tu plumier.
Un abrazo.