miércoles, 6 de julio de 2011

Qué hacer con el limón (Soneto 442)



Al igual que Moisés del ancho Nilo
por designio divino fue salvado,
así mi buen limón fue rescatado
del fresco arriate que le daba asilo.

Vino luego el jocoso refocilo,
y una vez olisqueado y sopesado,
faltaba por tener dictaminado
qué hacer que fuera de mejor estilo.

¿Exprimirlo y hacerlo limonada?
¡Qué crueldad, tanto aprieto para nada!

¿Cortarlo en rodajitas para el gin?
¡Eso huele más bien a borrachín!

¿Buscar con qué mezclarlo en la alacena?
¡Un bizcocho! ¡Merece bien la pena!



2 comentarios:

  1. Creo que encontraste una buena solución, un bizcocho merece la pena, con Royal para que crezca y la leche desnatada para que engorde menos.
    Un abrazo.

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  2. Yo hago el bizcocho como lo hacía mi madre. Y la ralladura de la cáscara de limón, es imprescindible. Vamos como que es el único sabor que lleva.
    Creo que la nena pensó bien.
    A disfrutar, haciéndolo y saboreándolo.
    Besos

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