Esperando pasar al dermatólogo,
que un bultito en la espalda me ha de ver,
siento una desazón en este prólogo
por ver lo que me pueda suceder.
Porque todos los días conocemos
dolencias que suceden a los otros,
y nunca en el supuesto nos ponemos
de que puedan pasarnos a nosotros.
La doctora se llama Marialuisa,
de apellidos Delgado Gavilán;
me ordena que me quite la camisa,
y dice (yo nervioso como un flan):
Es un quiste adiposo, sin problema;
váyase y me lo expresa en un poema.
Me quedo con el nombre de la doctora, me gusta los tratamientos que manda, son los que me gustan, nada de química para el cuerpo. arte para el espíritu que es lo que protege la buena salud.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pero qué miedica. Menos mal que tu doctora tiene luces. Seguro que ahora, después del soneto, el bultito abulta menos.
ResponderEliminarUn abrazo
buenisimo
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