Ya llegó el adalid del veraneo,
directo desde las Afortunadas,
con su mojo, sus papas arrugadas,
y sus ganas de farra y cachondeo.
Rey del porching, alcanza su apogeo
en noches de aromosas sardinadas,
que alterna con sufridas pedaladas
redentoras del pérfido ajetreo.
Ángel custodio del mejor ambiente,
sólo tiene un demérito, si acaso:
que siendo, como lo es, tan buena gente,
el tiempo que nos honra es bien escaso;
por eso yo lo quiero permanente:
si deja de venir, será el ocaso.