sábado, 16 de julio de 2011

Ursula Andress (Soneto 452)


Antes de que un gimnasio en cada esquina
hubiera en nuestros pueblos y ciudades,
y que se conocieran las bondades
de lucir silicona la vecina,

desarrolló la tierra transalpina
un cuerpo que es beldad entre beldades,
y sueño de mis turbias mocedades:
Úrsula la grandiosa, la divina.

Sus lónguísimas piernas de vestal,
su silueta de venus poderosa,
su rostro de mentón angelical,

su mirada altanera y ardorosa,
su pecho puro, enhiesto y animal,
su melena resuelta y espigosa...




2 comentarios:

  1. Después de leer este magnifico soneto y, admirar la foto que le acompaña, uno saca en limpio que somos multitud los admiradores, aun pasados los años, de esta hembra con poderes y trapio.
    Un abrazo.

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  2. Mis instintos no son los mismos que los tuyos, pero eso no me convierte en ciega.
    Yo de mayor quiero ser como ella.
    Estupendísima, desde luego.

    Y el soneto, muy bien puesto. Creo que la sienta bien.

    Un abrazo

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